A la gente le gusta el chocolate. Y parece que nunca hay suficiente. El viernes, los futuros del cacao registraron su mayor subida semanal desde 1999 y el lunes alcanzaron un nuevo récord. Los culpables son los culpables habituales de la oferta y la demanda. Décadas de inversiones insuficientes han impedido que la producción de cacao siga el ritmo de la demanda, que se ha duplicado en los últimos 30 años. A diferencia de la mayoría de los productos agrícolas, el cacao suele ser cultivado por agricultores independientes en pequeñas parcelas.
El cultivo nunca llegó a convertirse en un negocio de plantación porque, sencillamente, no tenía sentido desde el punto de vista financiero con unos precios tan obstinadamente bajos. El dinero de esta industria siempre ha girado en torno a la comercialización de los granos y su transformación en chocolate, no a la plantación, el cultivo y la cosecha de árboles de cacao.
La última oleada de plantación de árboles en África Occidental tuvo lugar a principios de la década de 2000, sobre todo en Costa de Marfil, que produce más del 40% del cacao mundial. Pero esos árboles se acercan ya a los 25 años, es decir, han pasado su mejor momento. Los cacaoteros viejos no dan tantos frutos y son más vulnerables a las malas condiciones. La sequía y las enfermedades que asolan las cosechas de África Occidental han contribuido en gran medida a la reciente subida de los precios del cacao. Con una producción tan inferior a la demanda, se espera que las existencias de cacao disminuyan por tercer año consecutivo.
Entretanto, los fondos especulativos se han volcado en el mercado del cacao desde finales del año pasado, exacerbando la subida récord de los precios. Los operadores especulativos han comprado 8.700 millones de dólares en contratos de futuros de cacao en Londres y Nueva York, apostando a que los precios subirán, la mayor apuesta jamás realizada en dólares, según la Comisión de Comercio de Futuros de Materias Primas.
La subida de los precios plantea un problema no tan dulce para la industria chocolatera, que podría tener dificultades para repercutir los mayores costes en los consumidores y, en consecuencia, ver reducidos sus márgenes de beneficio. Eso perjudicará a empresas como Hershey, Mondelez y Nestlé. Los amantes del chocolate pagarán inevitablemente más, y el crecimiento de la demanda de este rico y delicioso producto podría ralentizarse o incluso invertirse. Pero, nos guste o no, este pellizco es en cierto modo necesario: para mantener satisfechos nuestros antojos de chocolate a largo plazo, necesitaremos precios más altos del cacao para animar a los agricultores a replantar millones de árboles viejos y cuidar mejor los actuales.
(Artículo patrocinado por Coaching Financiero)
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